4. La exposición contempla dos maniquíes que portan dos trajes completos de saqra y de capac qolla. La intencionalidad es contextuar las máscaras involucrándolas dentro de la composición del conjunto del danzante. El visitante puede hacerse una idea de cómo se conjuga la máscara con el resto del disfraz. –Curiosamente el capac qolla no usa máscara, sino umachullo (conocido vulgarmente como pasamontañas), pero sobre la cual lleva una montera, de confección de nuestro mascarero–. Al personaje de saqra lo contextuamos más mostrando una fotografía gigantesca de dos de ellos sobre un tejado en Paucartambo. Al de capac qolla lo mostramos también en una fotografía de don Mario Palomino, en Paucartambo, danzante de esta comparsa durante quince años. Así, la exposición puede ser entendida como una suma de elementos que en progresión pueden dar una idea del conjunto. Máscaras, máscaras con trajes portados por maniquíes, máscaras con trajes portados por paucartambinos o descendientes en Paucartambo, vistos a través de fotografías. Se suma música original de danzas, que se presenta como suerte de fondo musical. Pero la contextualización tiene sus límites. La perfecta contextualización significaría traer la fiesta al lugar de la exposición; y la fiesta no es el objeto de esta.
5. A uno de los paneles se le llama padres e hijos; de manera arbitraria muestra cuatro máscaras, de maqta, de león, de elefante y de lucifer, y les suma a cada una una parejita de máscaras de estos mismos personajes del tamaño de un puño, a las que les llama, como hace el mascarero, hijitos. Más allá de hacer referencia a la descendencia, extendida de lo humano a lo animal y lo preternatural, pudiera ser mistificante y hasta infantil el representar personajes infantiles con máscaras de un tamaño tan reducido que nadie pudiera usar, ni un niño. Pero un contraargumento a esta crítica es este: si bien estas minimáscaras de alguna manera desvirtúan la función de las máscaras, que originalmente han sido creadas para ser usadas, esto se puede extender al resto de máscaras expuestas, que muy probablemente nunca serán usadas por danzantes en Paucartambo. Las de tamaño normal y las pequeñas están condenadas a ser adornos de pared. Más arriba hablaba de complicidad entre mascarero y curadores: el mascarero, desde la primera máscara que le adquirí, sabía que no la iba yo a usar para danzar en una comparsa en Paucartambo. No lo haría nunca, pues no tengo ninguna razón para hacerlo; y ninguna comparsa me lo permitiría; tampoco tiene motivos para hacerlo. Gran parte de la producción de este artista, y de muchos otros, no se destina a su razón original, sean máscaras de tamaño normal, usables, o miniaturas, imposibles de usar. Lo paradójico es que no produciendo el mascarero máscaras para su uso original, extiende la fama y el prestigio de esta fiesta fuera de sus límites regionales, así como el suyo propio. Así, las máscaras de miniatura hacen pensar que ni aun siendo de tamaño normal serán usadas para su propósito original.
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